[Privado/George] Unforgettable.

Estuvo pensando toda la noche acerca del día que se acercaba y que sin darse cuenta, entre tantas vueltas que había dado en su cama ya había empezado, cuando se suponía que había salido el sol? No estaba seguro, sus ojos alternaban la oscuridad de debajo de su cama al lugar donde tenía guardado sus presentes. El plan era el siguiente, era obvio que el mayor tendría planes porque así iba el mundo, la gente atractiva siempre los tenía aunque no fuese su propio caso, y porque era George, recolectar información era pan comido después de todo sus travesuras siempre tenían un plan previo con todo calculado para dar con la persona indicada en el momento indicado de la broma. Sin contar que como en todos los sitios, las mujeres siempre hablaban de lo que iban a hacer o de lo que iba a hacer su amiga, así es como se formaban las cadenas del “la amiga de mi amiga me ha dicho”.

Intentó aparentar normalidad en todas sus acciones pero quedarse mirando la nada o exaltarse cuando creía escuchar su nombre no le ayudaban a pasar desapercibido y puesto que su hermano ya le estaba tocando las narices para que soltase prenda, decidió distraerlo jugando por los alrededores del castillo hasta que llegase la hora de la segunda parte de su plan, la búsqueda. Cuando dieron las tres de la tarde y aprovechando que su twin dormía la siesta, cambió sus ropas por unas recién lavadas para estar presentable, con cuidado de no ser descubierto por nadie tomó lo que había comprado, que ocupaba bastante a decir la verdad y salió de la sala común. Recorrió todo el castillo, incluso las zonas propiedad de los verdes, en busca del chico. De tanto en tanto intentaba averiguar sí su prefecta había vuelto al castillo, información que cuando fue verificada hicieron que sus nervios aumentaran, eran las casi cinco y el día se iba agotando, en poco ya deberían ir a cenar al gran comedor y sí no conseguía darle sus regalos antes, debería optar por la opción lechuza, menos peligrosa para sus nervios pero con el gran inconveniente de no saber la reacción del mayor cuando abriese el paquete (seguía pensando en ese reducto que calcinaría el paquete incluido).

Tras revisar a fondo todo el castillo y casi matarse por no mirar por donde andaba, llegó la hora de inspeccionar el exterior, el campo de quidditch, lugar del fatídico accidente aéreo, los alrededores del sauce, el puente... incluso el cementerio! Ya estaba atardeciendo y sólo quedaba por ver el lago, o estaba allí o estaba allí, y en efecto....estaba allí. Quedó de semi piedra cuando divisó su figura, todo el valor que estuvo acumulando durante los días se esfumó en un segundo, carraspeó un par de veces antes de empezar a caminar como las personas normales manteniendo las manos detrás de su cuerpo escondiendo así los paquetes. Cuando la distancia era de apenas dos metros se aventuró a descubrirse, aunque su voz no sonaba ni la mitad de estridente de lo que podía ser cuando se la pasaba gritando por todos lados – ...G...Gui... – se dio una bofetada mental – ....Da...Darien? – cuanto pagaría Fred por ver la escena...

Abrió sus ojos un poco más de lo normal cuando el mayor se volteó y lo llamó, el tono en que sonó casi lo mata, pero consiguió mantenerse de una pieza aunque los latidos de su corazón ya le retumbaban incluso en el cerebro, y ahora que palabras seguían? - bueno.... yo... mmm.... te estaba buscando – sus dedos apresaron los paquetes tras su espalda con más fuerza, no sabía sí empezar con una charla, aunque en verdad no fuese capaz en su actual estado o aventarle los regalos y punto.

Su cuerpo fue más rápido que su mente y extendió sus brazos hacía el contrario con los tres paquetes que formaban el primer regalo de San Valentín que daba en su vida.

chocolate:

paquete dos:

paquete tres:

La paz de aquél lago lograba evocarle una numerosa cantidad de recuerdos valiosos, como lo era la primera vez que cayó de una escoba cuando iba en segundo año y era aún un chico inexperto que conocía poco o nada de lo que la vida tratase, solo le interesaba ir de aquí por allá haciendo pequeñas travesuras, para después hacer sus deberes y mostrar aquella amable faceta de "chico modelo" que le fascinaba, siempre había sido así, jamás sacó una mala calificación, mucho menos reprobó alguna materia, eso no estaba en su ADN. Parte de su vida era ser un verdadero ejemplo para los demás alumnos, llegando luego de unos años a obtener su tan preciado puesto de prefecto de la Casa Slytherin, sin rechazar, por supuesto, aquella oferta realizada tanto por su director de casa como el de la escuela; no era que le agradese hacer turnos con los demás prefectos para vigilar las inmediaciones de Hogwarts, sino que le encantaba la cantidad de beneficios que obtenía por su trabajo. Cosas como asistir a un baño privado lejos de miradas curiosas, poder acceder a diferentes zonas en la misma escuela que los demás alumnos no podían, era algo realmente excitante y, por qué no decirlo, bastante tentador para cualquiera, y Darien no era la excepción a dicha regla, aunque aquellos mismos privilegios le colocasen a la vista y control de muchas otras personas.

El lago, tanto como la biblioteca y la torre sur, eran por mucho los lugares favoritos de Darien, y aquella tarde, siendo una por lo demás entretenida y por qué no decirlo, romántica, había escogido aquél sitio para descansar y relajarse un rato antes de volver a la escuela para colocarse su uniforme y regresar a su vida de prefecto en Hogwarts. La mañana había transcurrido demasiado rápido para su gusto personal, pues solía rememorar por lapsos todo los recuerdos que en unas horas él mismo podía llegar a disfrutar, y a pesar de que estuvo en aquella cita durante más de cinco horas, se la había pasado tan bien que no tuvo control del tiempo, sino hasta que ya eran las seis y ambos debían de regresar al castillo; de camino al colegio, se habían cogido de la mano y entrelazado sus dedos, sin separarlos sino hasta que ambos jóvenes estuvieron en el Gran pasillo, pues tenían que ir cada uno a su Sala común. A esa hora, Darien no tenía nada interesante qué hacer, y ahora, sentando en el césped solo esperaba a que el tiempo pasara, entretenido observando los movimientos que el viento hacía contra el lago. Todo era tan calmado, tanta paz circundaba en aquél lugar, que el corazón del joven prefecto por un momento pareció latir al mismo ritmo en que los árboles se meneaban suave de un lado al otro, la brisa que recorría el castillo y sus inmediaciones provocaban que el ambiente fuese agradable, mucho más para él; fue entonces cuando alguien le llamó, volteando a verle.

"Da...Darien..." Se sorprendió, ¿qué hacía aquél chico de primer año en aquél lugar, mucho más el día de San Valentín? parecía preocupado, ciertamente nervioso lo cuál intrigó en demasía al mayor. El pelirrojo parecía avergonzado en cierta forma, y el viento del crespúsculo mecía sus cabellos con calma, pero aún así, había algo raro en este, Darien jamás lo había visto en aquella 'tímida faceta', aquél muchacho se la pasaba correteando de aquí a allá, junto a sus amigos, pero en dicha ocasión andaba solo.
- Hola...¿Qué pasa, George? -Sonrió de forma suave, viendo si así lograba apaciguar la ansiedad del menor y la suya propia, pero lo siguiente le intrigó en verdad..."Yo... mmm.... te estaba buscando". -¿Qué había dicho el chico? Darien no tuvo tiempo para asombrarse, pues de un instante al otro, el menor estiró sus manos, ofreciéndole tres obsequios.- ¿& esto, qué significa, pequeño?...¿Son para mí?...-Musitó, levantándose al tiempo en que caminaba hacia el contrario, tomando el primero de los regalos, viendo que al parecer era una figura de chocolate, lo cuál le hizo mantener su sonrisa.- Me agrada el chocolate...-Cogió el segundo de los objetos, y al abrir el pequeño paquete, observó una cadena corta, similar a una pulsera.- Qué lindo...-Tomó el último de los tres paquetes, riendo al comprender que contenía aquella caja.- ¿Un león? ¿Por qué uno?...-Le preguntó, llevando sus orbes oscuras hacia las del contrario, buscando en aquellos la respuesta a su pregunta, notando el nerviosismo inminente en el rostro del menor.- ¿George?...

Ahí estaba él como una típica joven enamorada del chico inalcanzable del instituto al cual por un milagro se había atrevido a citar para darle los regalos. Ciertamente él ni era chica ni el otro había sido citado, era más bien gracias a su propio empeño que había logrado dar con él aunque ahora su cerebro procesara poco más que cuatro palabras. Sus brazos empezaron a temblar de forma imperceptible mientras intentaba controlarse por el bien de su chocolate.
Asintió a sus palabras haciendo trabajar a su mente para poder hilar unas pocas palabras más – ...regalos de San Valentín... de mi... para ti... – el calor empezaba a ser presente en su rostro, maldiciendo a algún ente por estar sonrojándose en aquel momento aunque fuese lo más normal del mundo. Observaba los movimientos del prefecto desde una posición de sus ojos ligeramente inferior y como este cogía el primero de sus regalos – e-es la tradición... – su voz seguía sonando baja mientras casi le da un paro cardíaco viendo que la sonrisa del mayor no se había borrado de su rostro, parecía que había acertado aunque hubiese temido que no le agradara que no tuviese la típica forma de corazón sin embargo, el suyo era mucho más original.
Según la cultura china, las serpientes eran la versión terrenal de los dragones, así que su pulsera pegaba mucho con el verde. De nuevo estuvo feliz con sólo escuchar aquella palabra de los labios ajenos afirmando que no le había desagradado el obsequio. No lo diría pero en su mente se repetía una y otra vez “sí la usas seré el tipo más feliz del planeta”.
Poco a poco el peso en sus manos se redujo a cero cuando finalmente el mayor tomó el último de los presentes por lo que dejó que ambos brazos descansaran a los lados de su cuerpo mientras jugaba con sus dedos – eh... bueno... – sonrió nervioso, para él era demasiado obvio que el león representaba a uno de su casa, en especial a él mismo y aquella pose trataba de que se viese más divertido – ... el león... – alzó su diestra y se señaló a sí mismo. Se ahorró el decir más detalles como que él mismo tenía una serpiente de peluche para evitar ser pateado o visto con asco o no sabía muy bien.
T..te gustan? – le miró como pudo a la cara esperando que sus regalos no fueran molestos.